Cazadores de orgánico: dos jóvenes catamarqueños recorren el norte argentino para ayudar a pequeños productores

30 Nov 2020

Además de tener su empresa propia, trabajan junto a la Municipalidad de Tinogasta y el Ministerio de Agricultura y Ganadería de la provincia para generar mayor valor agregado en las economías de la región.

Arándanos, papas andinas, quinoa, comino, anís, nueces, uvas… y la lista sigue. Quizá Matías Cabrera, de 27 años, y Franco Gervan, de 32, nunca imaginaron que, en mayo del año pasado, cuando ambos jóvenes catamarqueños participaron en el Foro Argentina Exporta 2019 para presentar sus espárragos orgánicos, se abrirían nuevas puertas a otras economías regionales del norte argentino.

De ese día a hoy comenzaron a investigar y descubrir producciones en su Catamarca querida, compraron semillas, plantines, enseñaron a cultivar, se reunieron con funcionarios del gobierno provincial y municipal, planificaron proyectos y firmaron contratos, siempre con un objetivo en común como faro: en cada producción ayudarían a agricultores catamarqueños a certificar su producción.

Para conocer la historia de Cabrera y Gervan hay que remontarse a 2016, cuando se unieron con el objetivo de producir hortalizas y frutas orgánicas. Nietos e hijos de familias de agricultores, gracias a un amigo en común, empezaron a cultivar alimentos agroecológicos.

“Fue todo un desafío -afirmó Cabrera- de realizar agricultura convencional pasamos a otro tipo de producción totalmente distinto: era un mundo desconocido para nosotros. Empezamos con un tractor viejo de uno de nuestros abuelos y acondicionamos herramientas y equipos que se utilizan para el cultivo de tabaco”.

Junto a dos amigos emprendedores crearon la empresa Waylla (que en quechua significa tierra fértil y bondadosa): además de espárragos, producen arándanos y colaboran con la comercialización de productores de papa andina y quinoa orgánica.

Actualmente, cultivan 52 hectáreas certificadas bajo normas de Estados Unidos y la Unión Europea (UE), ubicadas en campos en las localidades de Alijilán y Manantiales, al este de Catamarca, allí donde los suelos son arenosos y el clima es húmedo, lo que les permite obtener un espárrago de calidad.

Pero fueron por más y decidieron ayudar a pequeños agricultores a producir y certificar alimentos para su exportación y consumo interno.

Crear valor en origen

En tierras que se encuentran a más de 3000 metros de altura, rodeados de montañas, Cabrera y Gervan comenzaron a colaborar con productores de papas andinas y quinoa en Antofagasta de la Sierra.

También viajaron a Tinogasta, al oeste de la provincia, para participar de un proyecto de uvas orgánicas junto al Ministerio de Agricultura y Ganadería de Catamarca y el Municipio de Tinogasta a través de la Secretaría de Producción. ¿El fin? Ayudar a los productores a certificar uva para mesa y pasas de uva. Además, pusieron en marcha un molino para moler granos de comino y anís.

“A través de este trabajo público-privado creamos mayor valor agregado en origen: fraccionados en paquetes de 20 ó 30 gramos, los productores de Tinogasta, que toda la vida cultivaron comino de gran calidad por las condiciones agroecológicas del lugar, pueden obtener un mejor precio. Esto los entusiasmó mucho y pasamos de cultivar 3 hectáreas en 2019 a 30 este invierno, aspirando a llegar a 50”, explicó Cabrera en diálogo con TN.com.ar.

Los emprendedores crearon la firma Tinogasta Productiva SE. junto a la municipalidad de la localidad, donde ambos jóvenes colaboran desde la gerencia para ayudar a la comercialización de los productores.

Uno de los proyectos que desarrollan es elaborar mosto concentrado de uva cereza para exportarlo a Sudáfrica. Mientras el municipio de la localidad catamarqueña construirá la planta concentradora y ya compró 145 mil plantines, los jóvenes se los entregaron a los productores viñateros para que comiencen la producción.

El objetivo es sumar el año que viene 300 mil plantines más y en unos 20 días llegarán a Buenos Aires los primeros envases de uva certificada con sello de origen en Tinogasta.

Al mismo tiempo desarrollan un plan nogalero en distintos distritos del departamento de Tinogasta. “Son comunidades nativas que viven donde cruza la Ruta del Inca. Muchos agricultores tienen plantaciones de nuez en el fondo de sus casas y lo utilizan para autoconsumo. Con la ayuda de la municipalidad y el Ministerio de Agricultura provincial pudimos entregar 600 plantas sin costo para comenzar a dinamizar la producción, que será muy buena por las condiciones del lugar”, recalcó Cabrera.

Cadena de favores

Al igual que para muchos, este año estuvo marcado por barreras que se presentaban con cada nuevo amanecer. No les fue nada fácil recorrer la provincia desde que se decretó la cuarentena obligatoria debido a la pandemia, pero juntos sortearon tantos días de aislamiento e hisopados que ya perdieron la cuenta.

La pregunta es obligada: ¿por qué lo hacen? “Es algo que uno lleva adentro. Venimos de familias productoras de tabaco, un sector que ha sido muy golpeado. Conocer la problemática que se presenta a diario en la agricultura te motiva a ayudar. Son sectores muy castigados con los precios de comercialización y no hay una valoración del trabajo del productor del norte, que es muy sacrificado”, explicó Cabrera.

Y agregó: “Son agricultores que se levantan a las 5 o 6 de la mañana, van al campo, trabajan y no tienen nada asegurado porque dependen de la lluvia, la piedra, el viento, el calor o el frío. Queremos ayudarlos sin subsidiar, que puedan trabajar y una vez que vendan su producción, devuelvan lo que el Estado les dio para con eso ayudar a otro productor”.

Fuente: TN