Hay una ínfima parte del sector apícola que trabaja de forma orgánica en el país y la mayoría produce miel en el interior chaqueño. De alrededor de 20 mil productores, solo el 2% tiene esta certificación del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA).

La cooperación y la autogestión productiva de la miel se inserta en otros entramados donde se ponen en jaque la falta de apoyo estatal al modelo productivo local y la conservación de los ambientes naturales, entre otros.

La producción indígena y criolla de la miel en Chaco cuenta con un sello internacional que les permite exportar a Estados Unidos y Europa; posiciona al país como el tercer exportador mundial de este producto.

Esto adquirió cierta relevancia actual tras una investigación hecha por la periodista Irupé Tentorio para el diario internacional El País llamado “Miel para resistir a la deforestación en el Impenetrable Chaqueño”.

Daniel Codutti, asesor técnico de la Cooperativa Productores Apícolas Ltda. (COPAP) del Chaco y consejero titular en la Federación de Cooperativas Apícolas contó que “los apicultores asociados a la cooperativa fueron “pioneros” de la producción orgánica en 2012, cuando eran pocos en el país y la región quienes hacían este tipo de producción de miel.

“Hoy, a medida que se va fortaleciendo la cooperativa, se les va inculcando la producción orgánica”. Es decir, reconvertir el trabajo del productor, ya que ese tipo de producción “no se puede hacer en cualquier lugar” y “nosotros tenemos el privilegio, entonces es fundamental asesorar y guiar”, explicó Codutti, en diálogo con ANSOL.

“Sabemos que la agricultura sojista y la aplicación sin control de los perjudica todo”, expresó, aunque aclaró que la zona de producción de COPAP –en la localidad de Margarita Belén y alrededores- es mayormente ganadera “hoy no tienen ese inconveniente, por suerte”. “Sabemos que en muchas zonas del país la apicultura se corrió o dejó de existir por el avance de la frontera agrícola”, remarcó.

La transición orgánica de la miel

La estabilidad de esta producción, que se da sobre todo por el factor exportador, debe luchar permanentemente con los costos internos, la inflación y los precios internacionales estancados del sector. Por lo que la rentabilidad, aunque mínima, se sostiene por la cooperación productiva, técnica y de capacitación constante.

En este sentido, en septiembre la COPAP, junto al INTA, realizó un taller de sensibilización para dar a conocer las ventajas económicas de este modelo productivo. Es un puntapié, además, para la ejecución de un proyecto cooperativo orgánico llamado “Impacto Verde”, donde buscan sumar más de 600 colmenas nuevas.

El mismo Codutti inició en 2012 la transición orgánica, aumentando de 105 a 819 colmenas certificadas.

Fuente: Ansol