“¿Pero quién va a comer esa suela?”, le decían a Eugenia Martina, fundadora de una empresa que elabora milanesas de soja y posee 40 hectáreas de cultivos orgánicos en Córdoba
25 May 2024
“Mi marido era productor convencional agropecuario junto a su papá y su hermano, mucha gente de mi entorno se dedicaba a la producción de granos y yo terminaba de ser gerente en una metalmecánica y quería tener mi propia empresa”.
Este fue el inicio de Gliestore en 2010, con la idea de “agregar valor a lo que ya se hacía”, según cuenta Eugenia Martina, fundadora de la empresa. Tanto la planta como el campo están en la localidad de Elena, un pueblo de unos 3.000 habitantes ubicado a 60 kilómetros al norte de Río Cuarto. Tienen 40 hectáreas destinadas a cultivos orgánicos.
Lo primero que hicieron fue visitar emprendimientos para agregar valor a la soja y, si bien había muchas plantas de expeler, no contaban con el dinero para esa inversión, así que a Eugenia se le ocurrió elaborar alimentos “en función de lo que ya hacían los demás”. Con sus ahorros invirtieron en la hectárea donde hoy está la planta productora y en contratar a un ingeniero químico para que realizara la primera fórmula de milanesas de soja.
“Todo esto causaba mucha risa y hasta burlas en nuestro entorno, para muchos era una idea loca e inviable, como lo fue también años después hacer cultivos orgánicos”, recuerda Eugenia. “Nos decían: ´pero quién va a comer esas suelas, a mí dame un buen asado y no eso´, pero empezamos a elaborar y a vender negocio por negocio. Con el tiempo nos expandimos y al crecer decidí que quería lograr la trazabilidad en un 100% del producto, así que empezamos a elaborar nuestro propio expeller y todos sus pasos previos; al llegar al grano comprendí que me interesaba hacerlo orgánico, lo que parecía una locura para todos… pero es algo que también logramos”.
Actualmente Gliestore produce todos granos orgánicos: soja para la planta elaboradora y los demás que hacen a la rotación como maíz y sorgo, y de servicio como moha, vicia y alfalfa. En la planta se producen milanesas supercongeladas de soja orgánicas saborizadas y rellenas, y snacks sabor queso y provenzal. Tienen la certificación internacional de inocuidad ISO 22000, que ayuda a posicionarse en los mercados y a tener protocolos y estandarizar procesos.
-¿Por qué decidieron ser orgánicos?
-Ser productores agropecuarios ya nos gustaba; para mí fue y es un camino de aprendizaje continuo y para mi esposo la actividad de toda su vida. Pero a veces se experimenta “un algo” en el alma… y la producción orgánica vino a llenar ese vacío. Sobre todo para mi esposo fue reencontrarse en el lote, recordar prácticas antiguas de cómo se hacían las cosas antes, pensando en los procesos de la naturaleza y en cómo se involucra el ser humano en este acompañamiento.
-O sea que una gran motivación fue “reencontrarse” con el hecho de producir y reconectarse con la tierra…
-Así es. Eso nos impulsó a empezar a producir agroecológicamente con un aval que sería la certificación orgánica, ya que la actividad debe ser rentable y debemos trabajar para que podamos hacerlo posible. A la vez, buscamos diferenciarnos en el mercado; no es una tarea sencilla pero con esta combinación de agregado de valor vamos logrando día a día un negocio sustentable.
-¿Es complicado producir soja orgánica?
-Complicado me parece un concepto subjetivo (risas). Diría que es más desafiante. En lo convencional se busca ganar tiempo y se hace con dinero, mientras que en lo orgánico la diferencia se hace “estando” sobre la producción todos los días y aplicando habilidad e imaginación. El problema del cultivo orgánico está en la maleza y los bichos; para lo primero cambiamos la mirada, ya que muchas de las especies que tenemos en el lote a veces no se convierten en maleza y nos ayudan a convivir con la producción que queremos obtener. También adaptamos maquinaria, trabajamos con tiempos exactos y estamos desarrollando una máquina que creemos solucionará los problemas a muchos productores.
-¿Y con los bichos cómo hacen?
-Trazamos corredores biológicos en todos los lotes, buscando favorecer las cadenas tróficas. Estas se conectan a la zona buffer que debemos tener obligatoriamente ya que nuestras hectáreas están rodeadas 100% por producciones convencionales. Fuimos recuperando la biodiversidad de nuestro campo. Para obtener la cantidad de soja que necesitamos anualmente hacemos rotaciones, incorporamos animales, tenemos zonas buffer, hoteles de insectos, árboles y dormitorios para murciélagos. Hacer soja orgánica no es solo plantarla sin químicos, hay un proceso detrás que se hace para poder obtenerla como resultado final.
-¿Qué rol cumple la hacienda?
-En nuestro caso las vacas son funcionales a la agricultura, son criollas que puedan adaptarse a nuestro campo y a nuestra propuesta productiva. Nuestro objetivo es tener vacas madres para hacer cría, si hay oferta de pasto hacemos recría y si no hay vendemos al destete y seguimos con cría. La vaca de cría nos ayuda en la limpieza del campo y en la fertilidad del suelo, buscamos mecanismos para que el impacto de ellas en los lotes no sea destructivo y vamos trabajando muy de cerca el tema. Por las dimensiones de la producción no necesitamos muchos animales, pero deben estar bien cuidados y con oferta forrajera suficiente. Empezamos a hacer homeopatía preventiva, por ejemplo usando árnica cuando los animales son transportados o para la castración, para prevenir infecciones por traumas.
– ¿Por qué se sumaron al Grupo Cambio Rural Pampa Orgánica Norte?
-Es un grupo pionero en producción orgánica a nivel nacional y ya son nuestros amigos. En lo productivo, nos contamos en cada reunión los aciertos y desaciertos; evaluamos crecimientos y retrasos en los objetivos… compartimos experiencia, expectativas y nos vinculamos, creando redes de interacción. La producción orgánica es muy solitaria en el sentido de que en muchas situaciones no hay una receta para aplicar y “eliminar” el problema, acá hay que ponerse a pensar y prever situaciones, recorrer y mirar con ojos nuevos a la producción. Y tanto el grupo como el INTA Marco Juárez nos han ayudado mucho.
-¿Quiénes son sus clientes?
-Son bastante diversos, ya que tenemos en la producción primaria desde vecinos a quienes les hacemos servicios con maquinaria de control mecánico de malezas, venta de expeller a tambos orgánicos, venta de harina orgánica a otros productoresy venta de milanesas y snack supercongelados. Siempre vendimos a los pequeños comercios, después a supermercados (luego nos salimos) e incorporamos nuevos mercados, incluso los específicos como el Kosher, y las certificaciones nos abren puertas a la exportación. Somos una propuesta de alimentos saludables que no destruye el ambiente para obtenerlo y nuestro desafío diario es que las personas valoren lo que somos porque al valorarnos nos compran. Esos son nuestros clientes, trabajamos para ellos.
-¿Cuáles son los mayores desafíos de trabajar en familia?
-Lo lindo es que si se hace desde pequeños, los chicos se van formando en el hacer diario, comienzan a ver que las cosas cuestan y que hay una razón para hacer lo que hacemos. Trabajamos por objetivos y sabemos que debemos alcanzarlos para que gire la rueda; no hay nadie especial pero todos somos necesarios.
-Hoy para una Pyme, ¿cuáles son los obstáculos? ¿Ven ventajas o desventajas con el nuevo Gobierno?
– Las Pymes sufrimos lo mismo desde siempre: que es muy difícil acceder al crédito o que se puede acceder cuando no se lo necesita; llené muchos formularios, presenté muchos proyectos y si bien el proceso es desgastante creo que es importante presentarse y tratar de hacer cosas. También ocurre que la cultura del trabajo, el compromiso y la responsabilidad se han desvirtuado y que lo que necesitan los proyectos y las empresas no es lo que el mercado laboral ofrece, quizás por eso las personas fluctúan tanto de trabajo en trabajo. Si el Gobierno va a hacer cosas que aminoren estos problemas, muy bien… pero en muchos casos son medidas aisladas sin proyección de un plan a futuro, entonces se diluyen o se convierten en paliativos. Creo que debemos estar siempre alerta a lo que los gobiernos exponen, pero muchas veces los productores estamos solos.
Fuente: Bichos de Campo