“Orgánico” no es lo mismo que “agroecológico”

13 Abr 2020

Los productores orgánicos aclaran cuáles son las diferencias entre orgánico y agroecológico ante la fuerte demanda de delivery de alimentos de este tipo

En tiempos de cuarentena por el Coronavirus está creciendo fuerte el delivery de bolsones de verduras y frutas “agroecológicas” u “orgánicas”. Esta movida hacia una alimentación “sana” y “sostenible”, como aseguran los que la impulsan, viene tomando mayor dimensión a escala mundial. Pero ni aquí ni allá todos los consumidores distinguen las diferencias entre uno y otro tipo de producción. Más allá de que ambas persiguen el mismo fin, una agricultura sustentable que aporte alimentos sanos, técnicamente no son lo mismo. Por eso el costo a pagar por una o por otra también es diferente.

¿Y por qué son diferentes si ambas pregonan producir sin utilizar transgénicos ni agroquímicos? La gran diferencia es que la producción “orgánica” cuenta con procesos de certificación, nacionales e internacionales, que garantizan el origen y la trazabilidad del producto que llega a manos del consumidor. Desde que se sancionó una ley específica a mediados de los años 90, el Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) actúa habilitando a una serie de empresas certificadoras que son las que se ocupan de verificar el cumplimiento de la norma de producción orgánica que corresponda, según el mercado de destino de dicho producto.

Gabrile Berardinelli es el presidente de la Cámara Argentina de Certificadoras, que agrupa justamente a las firmas especializadas en dar certezas al consumidor de lo que está comprando. Hace un tiempo explicó a Bichos de Campo en qué consiste esa tarea y cómo se integra ese sector.

La producción denominada “agroecológica”, en cambio, no cuenta con procesos de certificación oficializados, aunque también recorre procesos productivos amigables con el ambiente y la salud de las personas, e incorpora un enfoque que considera al objeto social por sobre el negocio agropecuario, basándose en la Economía Social, el asociativismo y el trabajo cooperativo. Básicamente aquí el consumidor debe elegir entre creer o no creer en quien la vende dicho alimento, porque no hay otra manera de dar certezas. Solo hay un intento de certificación muy preliminar llevado a cabo por la Facultad de Agronomía de la UBA del cual también informamos en su momento.

Como sea, ambas técnicas productivas surgen para dar respuesta a nichos de mercado que demandan, cada vez más productos con cualidades diferenciadas, y que provengan de productores que hacen frente a la degradación de los recursos naturales y a la intensificación del cambio climático que presiona sobre el suelo, el agua y los bosques. Las diferencias están en el certificado.

Según Ricardo Parra, presidente del Movimiento Argentino para la Producción Orgánica (MAPO), “hay tres tipos de producciones diferentes entre sí: la convencional, la agroecológica, y la orgánica, en cuyo último caso hay más controles, determinados tipos de cuidado exigidos en una ley, con certificados transaccionales que hacen que sea una producción confiable para el consumidor”, explicó a Bichos de Campo.

Parra recordó que “la producción orgánica se encuadra dentro de la ley 25.127 que indica qué se puede hacer y qué no. Se habla principalmente de cuidar la trazabilidad de punta a punta, lo que hace que los controles sean súper rígidos, que el establecimiento donde se produce tenga que cumplir con requerimientos del Senasa, que es el ente de control a través de cuatro certificadoras”.

Es así que un productor orgánico recibe auditorías semestrales, y obtiene un producto orgánico siempre y cuando tenga un certificado transaccional. “Se suele decir que la certificación es cara, pero en realidad lo caro es todo el proceso. Si yo no tengo una sala habilitada de acuerdo a lo que pide Senasa, yo no puedo certificar”, remarcó Parra.

El productor consideró que el coronavirus inclinó aún más la balanza por el consumo de productos orgánicos y agroecológicos. “La parte positiva de esta pandemia es que la gente se queda en su casa en general, guarda la cuarentena, hace home office, y eso hizo que eventualmente creciera el consumo de productos orgánicos, no sólo en delivery sino en tiendas de proximidad, que es donde más fuerte está arraigado el corazón del orgánico”.

El productor orgánico no es millonario ni nada que se le parezca, según el presidente del MAPO. “Es un pequeño productor, con la característica de que exporta mucha de su producción por la demanda externa. Somos por lo general, familias que buscamos también lo que los agroecológicos buscan, el asociativismo. Somos 1.700 los productores orgánicos argentinos, y el MAPO en este sentido, es una especie de paragüas para ellos. De modo que la parte social también funciona fuerte acá”, enfatizó.

“Toda nuestra producción está controlada y nuestro crecimiento es en dos cifras, tanto en productores como mercado interno y externo. A nosotros nos crece el mercado a partir de un consumidor más consciente, y eso excede a esta pandemia”, relató. Para Parra “es el consumidor el que elige qué tipo de productos quiere consumir, y el productor el tipo de producción que quiere realizar. Hay que defender lo que uno hace de modo correcto, sin confundir. Hay que darle la información correcta a la gente”.

Fuente: Bichos de Campo