Quién es y qué busca el creador de Porongo, la marca de yerba orgánica que es viral
14 Sep 2025
“Yerba buena nunca muere”, es el lema de Porongo, la marca que busca popularizar el mate orgánico y que nació con un gran objetivo
Carlos Bayala, creativo argentino radicado en Londres, fundó Porongo en 2019 con la idea de unir dos mundos: su experiencia internacional en comunicación publicitaria y su vínculo profundo con la cultura del mate. Bayala no es un recién llegado al terreno de las ideas: antes creó la agencia NewCreative en Londres, trabajó con primerísimas marcas mundiales, en proyectos para la NASA y participó en procesos de paz en Colombia con la FARC. Con Porongo encontró un modo de trasladar esa sensibilidad a un producto tan cotidiano como simbólico: la yerba mate orgánica.
Su objetivo desde el inicio fue que la yerba orgánica deje de ser un producto caro y de nicho para transformarse en una opción popular, accesible y cotidiana. “Hay un dolor que es el de la tierra”, dice Bayala. “Nos comportamos como si los recursos fueran infinitos. El orgánico viene a recordarnos cómo era la naturaleza, cómo era el mundo, y nos invita a no perder esa relación con lo creado”, explicó a iProfesional.
La propuesta de Porongo parte de ese compromiso ambiental y se extiende a lo social: mejorar las condiciones de los productores y poner la lupa en problemáticas aún invisibilizadas, como es el trabajo infantil en la cosecha de yerba. Durante su recorrido, Bayala conoció realidades durísimas. Relata accidentes, niños expuestos a jornadas agotadoras y hasta tragedias que apenas trascendieron en los medios.
“Si se le paga mejor al productor, ese productor podrá pagar salarios más justos. No garantiza todo, porque la cadena es compleja, pero al menos empezamos a visibilizar y mejorar una situación muy dura”, explica. La clave, asegura, está en la trazabilidad, el control constante y la voluntad de hacer las cosas de manera distinta.
La producción orgánica también implica procesos más lentos y cuidadosos. La tierra debe estar descansada, la planta no puede apurarse con químicos y el secado se hace de forma natural. Esa paciencia se traduce en una experiencia de consumo diferente. “Es como una conversación: al principio la hoja se defiende, después se abre, gana confianza y te acompaña todo el día”, describe Bayala.
Una marca que habla con su gente
Porongo no solo se diferencia por cómo produce, sino también por cómo comunica. Con años de experiencia en publicidad, Bayala quiso evitar el tono impostado de muchas marcas. “Al principio blanqueamos que no conocíamos muy bien a la gente con la que estábamos hablando ni a nuestro propio mate. Así empezamos a construir un diálogo sincero, menos publicidad y más contarnos cosas”, explica.
Esa estrategia en redes sociales que emula el trabajo en una redacción—a cargo del escritor Nicolás Suárez — mezcla humor, reflexiones y relatos que lograron crear una comunidad auténtica en redes. La consigna es menos pose, más honestidad. “La influencia tiene que ser orgánica, como la yerba. Si alguien recomienda Porongo, que sea porque le nace, no porque le pagamos”, remarca.
Esa filosofía también se refleja en gestos pocos comunes en mercados competitivos. Cuando Playadito, otra marca de yerba, sufrió un incendio de unos de sus galpones, ocasionándoles una pérdida de unos tres millones de kilos de yerba, Porongo publicó un mensaje pidiendo a sus seguidores que compraran Playadito. “Es como si fuera un vecino: si se le incendia la casa, vas con un balde de agua. Esto no es una guerra”, resume Bayala.
Incluso se toman con humor situaciones de consumo: algunos clientes confesaban que usaban las latas de Porongo para guardar otras yerbas. Lejos de molestarse, la marca lo blanqueó en un posteo divertido. Esa mezcla de solidaridad y desenfado refuerza la identidad de la marca como un proyecto comunitario más que competitivo.
Otro rasgo distintivo es su lema: “Buena yerba nunca muere“. Para Bayala no es un slogan de ocasión, sino una declaración de principios: “Habla de la buena voluntad, de hacer las cosas bien. Parece ingenuo, pero creemos en eso”. También tienen claro qué palabras evitar: “Premium” nunca aparece en su comunicación, porque la idea es incluir, no excluir.
Aunque Bayala reconoce que el gran desafío sigue siendo el precio. La producción orgánica es más costosa que la industrializada y la escala todavía es limitada. “Es lo único que nos separa de ser muy masivos. Nuestro objetivo nunca fue que esta sea una yerba de nicho. Queremos que Porongo sea una yerba popular“, afirma. Por eso exploran alternativas como suscripciones y nuevos canales de venta para acercar la yerba a más consumidores.
El equipo detrás del emprendimiento es chico, entre colaboradores en Argentina y en Londres suman unas 8 personas. Desde Eugenia Costanti coordinando o María en finanzas hasta Pepa Fernández en ventas, pasando por diseñadores, coordinadores y el músico Gustavo Santaolalla como socio y apoyo estratégico. Hoy producen alrededor de 65.000 paquetes anuales, presentes en supermercados, dietéticas y almacenes de todo el país, además de pequeños envíos a Miami, España, Francia y Londres.
Y cuando se le pregunta qué conecta aventuras tan diversas como colaborar con la NASA, trabajar en procesos de paz con la FARC y fundar una yerba orgánica, Bayala no duda: la curiosidad. “El hilo conductor es abrazar lo que no sé. La incertidumbre puede dar miedo, pero también abre caminos. Ese niño curioso que todos llevamos adentro es el que me llevó a meterme en lugares tan distintos”, reflexiona.
En definitiva, Porongo refleja la visión de su fundador: un emprendimiento que une creatividad, conciencia ambiental y compromiso social a través de la yerba mate orgánica. Para Carlos Bayala, el sueño no es que la marca se luzca en una góndola exclusiva, sino que el mate orgánico se convierta en parte de la vida diaria de las mayorías. Y así, que Porongo deje de ser un lujo y se transforme en lo que siempre fue el mate: un ritual compartido, cercano y profundamente popular.
Fuente: iprofesional